...el últmo cigarrillo de la noche...

Acabo de encender el último cigarrillo de la noche. Hoy fue un día que no fue. Asi. Un día que no fue. Entre el calor del verano y el humo de los cigarrillos tuvo cita una importantísima conversación sobre cómo hacer que te expulsen de la universidad y sobre cómo decidir entre unirse a la reivindicación zapatista o dedicarse a la pesca artesanal en Loncura. A veces, cuando nos da por bajarle las revoluciones a nuestra vida suelen aparecer este tipo de cuestionamientos: ¿por qué no mejor me dedico a pescar y plantar hortalizas en vez de trabajar en una oficina por el resto de mi vida? ¿qué tan difícil debe ser que te acepten como guerrillero en Chiapas?. No son preguntas muy comunes, pero al darles vuelta entre humo y jugo de durazno hecho de duraznos 100% duraznos, como que suenan factibles. Es decir, todavía me imagino en una casa en Loncura, escuchando el ruido del mar en el atardecer, preparando la lancha y las redes para ir a pescar y después volver a ver la huerta y después leer o escuchar un disco.
También me imagino un poco en Chiapas, escribiendo artículos encapuchado, pirateando música, leyendo quizá que no-cristiano. En fin, conjeturas. Este último tiempo ha sido un dejarme abrasar por el verano, sentado en un sillón, leyendo sobre teoría y viendo partidos de futbol de mujeres, a veces vaciando la cabeza, a veces tratando de no pensar en que todos nos vamos a morir y que el mundo se irá a la mismísima mierda tarde o temprano. O que a veces me caigo por la escalera de la vida. Se acabó el cigarrillo. Continuará.